Obra de vida

María Marinaro Colonna*

“No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal, ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o de un hábil escultor, remates tu propia forma”

Pico de la Mirandola, Oratio de hominis dignitate.

Tomado del libro Opus Nigrum, de Marguerite Yourcenar.

English version: Lifework

 El neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik, describe cinco etapas que experimenta una persona ante una situación traumática: la negación de la realidad, el aislamiento de la emoción insoportable, la huida hacia adelante para impedir sentir angustia, la intelectualización, que busca explicaciones que controlen aún más la emoción insoportable, y la creatividad como una experiencia de la gracia vivida como recompensa.  Sin estos recursos, la persona no soportaría la experiencia, y por lo tanto, evitarlos sería peor.

Aun así, la vivencia de ser diagnosticado con una enfermedad grave es muy subjetiva, igual que lo es la manera como la persona se encarga de su enfermedad. No hay, según mi criterio, una manera correcta o incorrecta de hacerlo.

Si en el proceso de sanación las personas se cuestionan acerca de sus estilos de vida, por ejemplo, no significa que su estilo de vida sea el causante de su enfermedad necesariamente. Más bien parece que la enfermedad  devela asuntos individuales por largo tiempo dejados de lado.

Hay muchos testimonios de recuperaciones adjudicadas a cambios de actitud ante la enfermedad. Lo que estoy planteando es que la enfermedad nos confronta también con una revisión de nuestra actitud ante el vivir.

Un aspecto muy significativo en el manejo de la enfermedad es la entrega. No el abandono ni la desesperanza, sino la entrega como el acto de aceptación de la seriedad de la situación, y la atención dirigida hacia adentro para el reconocimiento de lo que se está sintiendo, de lo que se está dando cuenta, de lo que de pronto pierde importancia, de lo que sorpresivamente adquiere relevancia, de lo que se quiere realmente a cada momento del día, del poco tiempo que se tiene ya por delante, y cómo se utilizará ese tiempo.

En la enfermedad, como en la vejez, se amplía la consciencia de finitud y muerte, y de pronto el tiempo es muy importante, y es vida, y ya no se quiere mal usar. Desde la enfermedad misma el foco cambia hacia el vivir lo posible en el momento presente, y en muchos casos la enfermedad se cura, en otros no, pero en todo caso, se vivió más profundamente cada día al sostener la complejísima paradoja de confrontar la enfermedad con las ganas de vivir el hoy, la tristeza con la alegría, el dolor con el alivio, y el amor de los seres queridos con la futura ausencia.

Esta capacidad de entrega no está presente en pacientes que se abandonan a la enfermedad y la viven como un castigo. Esta capacidad de entrega implica un encuentro no evitativo con el sí mismo. Sin duda, una experiencia compleja.

Entonces, en la enfermedad pueden suceder tres cosas, según mi punto de vista, aunque pudieran surgir otros. Podemos seguir viviendo como siempre porque se está contento con la vida que hemos llevado o porque no hay disposición para cambiar si no lo estamos; podemos asumir mayor interioridad y descubrir el sentido más profundo de nuestras vidas; o podemos abandonarnos a la enfermedad. Cualquiera de estas posibilidades depende no solo de la voluntad de la persona, sino de su personalidad, de la red de apoyo emocional y médico con la que cuenta, de su disposición a dejarse apoyar,  y de su disposición a trascender y aprender.

En cualquier caso, de salud o enfermedad, la obra de vida, puede desplegarse creativamente si aun con nuestras fallas seguimos la energía vital de nuestros deseos, nos orientamos de acuerdo a las posibilidades a nuestro alcance, cultivamos relaciones afectivas y de apoyo, y autorregulamos  nuestra energía vital respetando los ritmos orgánicos y psicológicos.

Para todos nosotros, el momento de comenzar es siempre HOY.

* Psicoterapeuta de orientación junguiana y Terapeuta de trabajo corporal en  Biodanza , Movimiento Auténtico y Psicodrama. Escuela Venezolana de Psicología Profunda,  Biocentric Foundation, Escuela Karin Fleisher – Argentina, y Escuela Venezolana de Psicodrama.

corporalidad@gmail.com

Bibliografía consultada:

  • Los patitos feos. Boris Cyrulnik. Gedisa editorial.
  • The inner world of trauma. Donald Kalsched. Taylor and Francis Group.
  • El arte de rehacerse: la resiliencia. Mónika Gruhl. Sal Terrae.
  • La enfermedad como camino. Thoewald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.
  • Teresa de la Parra, por María Fernanda Palacios. Biblioteca Biográfica Venezolana. El Nacional.
  • La Rueda de la Vida. Elisabet Kübler-Ross. Byblos.
  • Desafiar la gravedad. Caroline Myss. Ediciones B.

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